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San Francisco, California, un lugar espectacular con muchas cosas que ver y hacer.
Cuando se trata de una de las ciudades más bellas del mundo, entre las primeras que cualquiera pudiera mencionar se encuentra San Francisco, donde en esta ocasión me tocó explorar sus encantadoras y empinadas calles, y conocer un poco más de una de las ciudades más multiculturales de los Estados Unidos. También visité el famoso Golden Gate Bridge y otros espectaculares lugares.
Conociendo San Francisco
Para moverme por la ciudad, tomé el iconico sistema de tranvías que más que un sistema de transporte es realmente una atracción turística sumamente divertida porque ves a los maquinistas en plena acción y te van conversando sobre el recorrido.
Después de llegar al histórico Hotel California (hotel boutique) en el centro, mi primera parada fue en Chinatown, que por cierto, es el barrio chino más grande fuera de Asia. Quedé maravillado por la cantidad de gente que caminaba en las calles llenas del arco iris de colores de puestos de fruta, verdura fresca, diferentes pescados y comida típica que llenaban mi panorama.
Seguí caminando unas cuantas cuadras y me trasladé a Europa, donde la gente, las heladerías, los cafés y restaurantes te sumergían como en Palermo. Para mi sorpresa en pocos minutos estaba en North Beach, la pequeña Italia de San Francisco, con sus pintorescos edificios y gigantescos murales únicos en toda la ciudad. Donde su encanto y la tranquilidad me acogieron y claro, su auténtica comida italiana me pusieron de muy buen humor.
El famoso Waterfront de San Francisco
Me quedé impresionado que en pleno invierno, pudiera disfrutar de uno de los mejores climas y cielos completamente despejados. El buen tiempo hizo que mi visita al Golden Gate Bridge fuera aún más impresionante. Me quedé atónito por esta maravilla de la ingeniería y sin duda el más grande símbolo de la ciudad. Observé la hermosa bahía color turquesa que delimitaba el oceano pacífico de la bahia Sausalito, la sumamente exclusiva comunidad del otro lado del puente, la isla del penal de alcatraz, el horizonte con sus verdes montes por casi 2 horas. Era demasiada la magnitud de lo que estaba enfrente de mí.
Y para terminar disfruté mucho del famoso Fisherman’s Wharf con sus sin números de atracciones, restaurantes sirviendo comida del mar fresca, presentaciones callejeras y hasta una colonia de leones marinos. Y como soy un amante de la gastronomía típica, no desperdicié la oportunidad de probar algunas de las delicias de San Francisco – desde un enorme cangrejo dunganesse hasta la tipica crema de almeja servida en un tazón de pan. Exquisitos manjares que te recomiendo no dejar pasar.
Ya sea que vayas en viaje romántico o con amigos o hasta en un viaje solo, te garantizo dos cosas. ¡San Francisco jamás te defraudará y nunca te dejará de sorprender!
